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Mi primer salto de paracaidismo en Montreal (Canadá)

Hace años (¿5 años?), Anh me regaló para un cumpleaños un vale para un salto en paracaídas que está en mi lista de cosas por hacer.

En Francia, generalmente hay que pesar menos de 90 kg para hacer un salto en tándem, así que yo estaba un poco por encima, no se había hecho.

Desde que viajamos por el mundo, ha habido varias ocasiones pero siempre había una excusa («será más bonito en este lugar», «no hay tiempo», «sería mejor con una persona francófona para un primer salto», …).

En Montreal, gracias a K., conocí a H. con quien seguimos la final de la NBA. Por las conversaciones, me enteré de que salta regularmente en paracaídas. Al decirle que tengo uno «bueno» esperándome desde hace tiempo, me ofreció saltar con él. No tiene el diploma para saltar en tándem con alguien, pero podrá saltar al mismo tiempo que yo y filmarme.

Tomé esta propuesta como una señal de que no debía negarme. Ciertamente, Montreal no es el lugar más bonito para hacer paracaidismo, pero era la oportunidad: H. podía llevarnos, me ahorraba la opción del «vídeo», que suele ofrecerse a un precio elevado, y además era seguro estar acompañado por una cara conocida cuando tuviéramos que saltar del avión 😀

Así que está decidido y reservamos el salto. A través de Internet, firmo unos comunicados bastante aterradores que estipulan que el centro de paracaidismo no es responsable si muero… Ambiente.

En el coche, H. le explica que, si quiere, Anh puede, por un módico precio, subir al avión con nosotros en lugar del copiloto. Una buena idea, ella estará en el centro de la acción y no todos los días se tiene la oportunidad de estar en la cabina de un pequeño avión.

Al llegar al centro (Parachutisme Adrénaline Saint-Jérôme), lamentablemente nos enteramos de que el asiento del copiloto lo ocupará un piloto en formación. El personal es muy agradable y propone a Anh a… para equiparse como si fuera a saltar en paracaídas y subirse al avión. Una vez arriba, puede decidir si salta o no y pagar después si se ha decidido

Anh no esperaba una propuesta así y no estaba realmente preparada para ello, así que la rechazó.

Pago el precio del salto: 300 CAD. Me explican que despegamos en… …20 minutos No hay tiempo para pensar

He quedado con mi compañera, Ariel. Me puse un mono, un arnés, gafas de seguridad. Como voy a saltar en pareja, no tengo mucho que hacer, Ariel me da un mini briefing para explicarme cómo vamos a salir del avión, cómo debo colocarme, … no tarda ni 5 minutos.

Y… ¡ya es hora de subir al avión! Somos una docena de personas las que subimos al avión, algunos hacemos un bautismo, como yo, otros como H. tienen más experiencia y saltan solos.

Es la primera vez que subo a un avión pequeño como éste, hay dos bancos largos y nos sentamos a horcajadas, de espaldas a los pilotos. Soy el último en entrar, así que seré… el primero en saltar. No sé si eso es bueno o no, pero al menos no tendré demasiado tiempo para pensar en ello.

Me encuentro sorprendentemente tranquilo a pesar de que la presión empieza a aumentar. El avión tarda un cuarto de hora en alcanzar los 4.000 metros de altitud y hace bastante frío allí arriba.

Una señal sonora y luminosa indicará que faltan 2 minutos para el salto. Es inminente, la presión aumenta, pero todavía no estoy tan estresado.

La luz roja se enciende, H. abre la puerta. Unos segundos después se enciende la luz verde. A partir de ahora irá muy rápido, ni siquiera habrá tiempo para tener miedo.

H. sale de la aeronave y se coloca en la barra exterior de la misma. El objetivo es dejarme pasar para filmar mi salto.

Me acerco a la ventanilla, Ariel pone el pequeño empuje para hacernos volcar al vacío y ahí vamos durante 50 segundos de caída libre a 200 km/h que nos hará pasar de 4000 a 1500 metros de altitud. Ariel saca inmediatamente un pequeño dosel para ayudar a estabilizarnos, lo que es sistemático cuando saltamos en tándem.

Primero hay unos momentos de asombro en los que no me doy cuenta de que acabo de saltar de un avión. Me agarra el frío, no sé qué temperatura hace a 4000 metros pero se me congelan las manos. No es tan vergonzoso ya que estamos bajando tan rápido que la temperatura está subiendo rápidamente.

El agarre en ceñida es impresionante y realmente similar a la caída libre que pude hacer en el túnel de viento hace unos años.

Mientras tanto, H. saltó y se unió a nosotros. Siento que está tratando de explicarme algo, por eso se me ve en el video haciendo algunos gestos extraños 😀

El único inconveniente es que enseguida siento un dolor en los oídos, similar al que tenía cuando buceaba (por eso ya no lo hago) y a veces cuando aterrizo en un avión. Este dolor se explica por las variaciones de presión que no soporto muy bien. El dolor es soportable pero estropea un poco el placer y mis oídos se quedan tapados durante largas horas.

Tras 50 segundos de caída libre, Ariel activa el paracaídas. Me sorprende la suavidad con la que se ralentiza, esperaba algo mucho más seco. Ariel me explica entonces que esto se debe en gran medida a la calidad del embalaje del paracaídas.

Quédate unos minutos para disfrutar del paisaje, tenemos mucha suerte con el tiempo ya que el día anterior llovió todo el día.

El aterrizaje también es mucho más suave de lo que imaginaba. Me asusté un poco cuando vi que mis pies iban a golpear primero cuando se suponía que debíamos aterrizar sobre las nalgas, pero no me preocupé.

El salto fue muy bien, una gran primera experiencia que puede no ser la última.

Es posible superar el programa PAC (Progresión Asistida en Caída Libre). Una vez completado este programa, es posible realizar saltos por una pequeña cuota de unos 50 euros (asiento en el avión y alquiler de equipo).

La idea de poder saltar en paracaídas por todo el mundo cuando tenga la oportunidad es bastante atractiva. Mi única reticencia es el dolor de oídos… Ya veremos 🙂

Gracias de nuevo a H. por este gran descubrimiento y por el vídeo 😀

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